Yo también. Paremos un poco. Paremos lo q padomos. Deje de fumar, no le voy a tener miedo a salir sin celular. Bajemos a dos, lo digo con el tel en la mano leyéndote.
A veces cuando salgo y no uso el celular por mucho tiempo siento que le gane al sistema, pero luego al llegar lo agarro, me tiro 1 hora en el sillon y pierdo nuevamente...
Hace poco me lo olvidé, relajé, me fui a mi turno médico sin él. Mi único miedo es no saber si le pasa algo a mi hijo, pensé en mis padres, si ellos pudieron... yo también. Llegué al hospital. Inmediatamente me di cuenta de que me pedirían el código token. Perdí el turno. Era en marzo, lo reprogramaron a mayo. No hay remate.
Varias observaciones que mencionas me recordaron al ensayo de Martin Kohan- ¿Hola?‐ sobre el telefono. Recomiendo, de paso para dejar un rato el celu. Cuac
Los números fijos sí se grabaron. Sé qué número tendría que marcar si quisiera hablar con mi abuelo, pero no sé que número tengo que marcar para hablar con cualquier otra persona.
Estoy contigo, Diego. No puedo vivir sin él, porque me salva de mucho, pero secretamente vivo con la esperanza de amanecer con la noticia del apagón digital.
Qué maravilla de texto. Hace un par de meses que ya no miro el teléfono el sábado. Queda encerrado en el clóset. Al principio sentía que me estaba perdiendo de algo, de mucho. La verdad: no me estoy perdiendo de nada. Y eso es un alivio.
"Tener o no tener mensajes, en el fondo es lo mismo.", es tremendo. Últimamente, cuando abro Google maps para ver cómo ir a algún lugar, me acuerdo de la Guía T y todas las neuronas que usábamos para usarla (y que no sabíamos con certeza cuánto íbamos a tardar para llegar a un lugar). Cuando la sobreabundancia de tareas de la ciudad no me abruma (o sea, casi nunca), juego a encontrar un mejor camino que el que me propone Google Maps.
Yo también. Paremos un poco. Paremos lo q padomos. Deje de fumar, no le voy a tener miedo a salir sin celular. Bajemos a dos, lo digo con el tel en la mano leyéndote.
A veces cuando salgo y no uso el celular por mucho tiempo siento que le gane al sistema, pero luego al llegar lo agarro, me tiro 1 hora en el sillon y pierdo nuevamente...
Me pasa exactamente lo mismo...
De algun modo es una victoria, hay que empezar por ahí.
Que ajustada esta descripción, como es usual en este newsletter.
Cómo extraño el mail laboral, ahora con WhatsApp todo es innecesariamente inmediato y, además, mucho más desordenado.
Es verdad que desordena mucho. Y no hay intención en el mensaje. Eso es lo peor de todo.
Hace poco me lo olvidé, relajé, me fui a mi turno médico sin él. Mi único miedo es no saber si le pasa algo a mi hijo, pensé en mis padres, si ellos pudieron... yo también. Llegué al hospital. Inmediatamente me di cuenta de que me pedirían el código token. Perdí el turno. Era en marzo, lo reprogramaron a mayo. No hay remate.
uh, esa sí que me podría haber pasado. Creo que hay que empezar con trámites sencillos por el barrio (y no tener que pagar con billetera virtual)
Varias observaciones que mencionas me recordaron al ensayo de Martin Kohan- ¿Hola?‐ sobre el telefono. Recomiendo, de paso para dejar un rato el celu. Cuac
Kohan es uno que usa un celular viejito.
Los números fijos sí se grabaron. Sé qué número tendría que marcar si quisiera hablar con mi abuelo, pero no sé que número tengo que marcar para hablar con cualquier otra persona.
Estoy contigo, Diego. No puedo vivir sin él, porque me salva de mucho, pero secretamente vivo con la esperanza de amanecer con la noticia del apagón digital.
Hola Diego! Me encantó lo que decís y justo me venía muy alineado con algo que escribí así que tuve que citarte jaja posta increíble
https://open.substack.com/pub/malenavain/p/busco-una-realidad-como-la-de-antes-inteligencia-artificial-ai?r=1rxc09&utm_medium=ios
Qué maravilla de texto. Hace un par de meses que ya no miro el teléfono el sábado. Queda encerrado en el clóset. Al principio sentía que me estaba perdiendo de algo, de mucho. La verdad: no me estoy perdiendo de nada. Y eso es un alivio.
"Tener o no tener mensajes, en el fondo es lo mismo.", es tremendo. Últimamente, cuando abro Google maps para ver cómo ir a algún lugar, me acuerdo de la Guía T y todas las neuronas que usábamos para usarla (y que no sabíamos con certeza cuánto íbamos a tardar para llegar a un lugar). Cuando la sobreabundancia de tareas de la ciudad no me abruma (o sea, casi nunca), juego a encontrar un mejor camino que el que me propone Google Maps.