Mi amigo el Sabio me avisa que hay entradas disponibles para ver a Paul McCartney. Él se fumó todos mis lamentos por no haber sacado a tiempo y ahora que apareció un remanente, piensa en mí.
Yo le digo con algo de vergüenza que me da fiaca ir a verlo. “A mí también”, me dice él, que ya tiene entrada. Vivimos una era estúpida, cómo puede ser que a dos monotributistas anónimos nos dé pereza ir a ver en vivo a una leyenda.
Por momentos pienso eso y también pienso en estar en la misma ciudad, al mismo tiempo que una leyenda. Benito va a la escuela cerca del hotel en donde para Paul. Hoy me lo comentó con excitación.
El entusiasmo: esa vital diferencia entre un niño y un adulto.
Desde hace un par de semanas que no me mando material al chat conmigo mismo para este newsletter y en cambio solo me mando rutinas de fitness para hacer en casa. Links de Youtube de 5 minutos, 10 minutos, 15 minutos, 30 minutos, 45 minutos. Las vi todas. Fascinante.
Mejor verlas que hacerlas. La idea del progreso de la musculatura implica una paciencia imposible. Ver rutinas de ejercicios es como anotar ideas y no escribirlas.
No estoy leyendo nada, un bloqueo total. El ritmo de libros que me interesaría leer versus el ritmo de mi lectura es de 5 a 1. Por cada libro que leo hay 5 que me gustaría leer (eso sin contar clásicos, cosas pendientes de hace 30, 40 o 100 años). Así es imposible.
El concepto me da paja arruinó nuestras mentes. No creo que hace un par de siglos alguien dijera “Me da paja ir a ver a Chopin”.
Tampoco escucho discos ni veo series. No termino nada: ni el Jockey, ni Envidiosa, ni la serie de Di María. ¿Qué me está pasando?
Así se llamaba un libro que me compraron en los 80, era una suerte de clase de Educación Sexual pero “hágalo usted mismo”. Nuestros padres se ocupaban de comprar el libro y dejarlo por ahí. Antes de ese leí “¿De dónde venimos?”. Cuando lo terminé de leer escribí debajo de la pregunta que estaba en la tapa: “Del pene y la gavina”.
El sábado que viene voy a presentar el libro en Bahía Blanca. Tardé casi un año entre que salió e hice la presentación. No hice nada en realidad, me autoinvité a la Feria del Libro. Es a las 16 horas en el Auditorio Caronti (Av. Colón 31). Llevo también unos libros para vender.
Una vez vi al Sabio en acción, descifré su talento. Estábamos al radio, había que volver después de una tanda pero el operador no estaba (se había ido a fumar o al baño, es lo mismo).
El Sabio se sentó en la silla del operador y dijo “volvemos”. Nadie sabía que él podía operar la consola, creo que ni siquiera él mismo, simplemente lo hizo. Bajó las perillas que había que bajar, subió las que había que subir, abrió los micrófonos. Cuando volvió el operador se enojó y le preguntó si era operador, si alguien lo había autorizado. Sabio no lo miró pero mientras se levantaba de la silla dijo “te veo hacer este trabajo cuatro horas por día desde hace 5 años, el saber ya está conmigo”.
Lo mejor de todo es que no le dio trascendencia al asunto. Y la forma en que dejó ir el tema, en un momento de la melodía en que perdía algo de fuerza (¿eran los Beatles?) fue inolvidable. Todo vivido sin tensión, con la seguridad de los que confían en su capacidad de observación.
El 2 de octubre fue la marcha universitaria, ese mismo día cumplió 75 años Anne Leibovitz. Yo tenía ganas de ese día postear sus fotos, contar algo de la historia, pero no había margen. No me gustan los días monotemáticos. No me gustan las personas monotemáticas. Es más, me gustan las personas que están pensando en B cuando todos pensamos A.
Esta nota que escribió Jose Santamarina es un ejemplo de las que me gustan: un título provocador (“Toti Pasman tenía razón”), una idea provocadora, pensar al revés de lo que están pensando todos. Y además se ancla en una idea que me parecía horrible, esa que fue tan elogiada por muchos: la mujer de Di María haciendo una lista de los periodistas que habían criticado a su marido. Acá José piensa al revés, que es una acción horrible.
Leer esta nota me resultó suficiente, creo que no voy a ver la serie de Di María (como si mirara series).
El desorden es total: escribo este newsletter en un archivo de Word que ya va por la página número 7 y en el que hay dos newsletters anteriores, intercalados con apuntes que escribo durante la semana para hablar en la radio.
Apuntes sobre Carmen Mola, sobre el cuadro de Picasso que encontraron en una casa y que estuvo 60 años en el living de una, sobre los 100 años de Truman Capote (un fragmento de una de El País: “Cuando explicó la extraña relación que desarrolló con el asesino Perry Edward Smith, un muchacho sin suerte como él, Truman Capote decía: “Siento que Perry y yo crecimos en la misma casa. Pero él salió por la puerta de atrás. Y yo por la principal”).
Me gusta la idea caótica de tener un solo archivo de Word como si fuera un cuaderno. Ni siquiera tenía nombre el archivo, simplemente Documento1. Ahora lo grabé y tomó un nombre medio Frankestein: “Y lo demás es leyenda tres en serie”.
Sin falsa modestia (nunca sé si estoy usando bien esa frase, no la voy a googlear para ser ambiguo), me gustaría que alguien agarrara todos los textos y armara un archivo, una tesis chiquita sobre mis intereses y mi escritura. Hay mucho material para descartar.
Dejamos acá.
Las fotos de esta semana son de la agencia Reuters. Acá hay algunas más.
Los que quieran seguir la conversación responden este mismo mail y me comprometo a la respuesta, como mucho dentro de la misma semana y antes de la salida de un nuevo newsletter.
Gracias a los nuevos suscriptores, los que comparten en redes (soy @diegogeddes en X y en Instagram).
Donaciones por única vez, vía cafecito, de a 2000 pesitos (pueden ser $2000, pero también $4000 o lo que quieran).
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¿Acaso es un problema que todo se haga vía Mercado Pago? ¿Les gustaría alguna otra forma de aporte? Me sigue pareciendo un poco grasa dejar mi CBU.
Dejé algunos ejemplares de mi libro en un café/galería de La Plata, el hermoso Pivot Café (diagonal 77, entre 8 y Plaza Italia). Pueden conseguirlo ahí y se toman el café más rico de La Plata.
La presentación en Bahía Blanca la va a hacer el querido Santiago Llach, en el marco de la Feria del Libro. Es el sábado 12, en Colón 31.
No descubro nada si digo que estos dos chicos tienen mucho talento. Ustedes dirán. Nos vemos la próxima.
“El desorden es total: escribo este newsletter en un archivo de Word (…)”. Esta parte me hizo acordar a una frase de Calamaro en una canción de Los Rodríguez: la historia se escribe en hojas desordenadas.
Yo vi la serie. Me salvó de un día de vómitos del niño, espero que los tuyos hayan zafado de es virus gastrointestinal que arrasó colegios. Quizá ver los tres capítulos al hilo no me da lugar a pensar, pero me gustó. Y Scaloni sí explica por qué no lo puso. Como mujer, amo la figura de Jorgelina jaja. Si no se te ocurre qué leer, yo leí Hija de Ana Maria Shua y flashee, tiene el diario de escritura. Fue sobre lo último que escribí. Buen finde