Una marca en la frente
El drama de andar con la reserva. ¿Qué pasa cuando nos estamos por quedar sin nafta? El podcast de Maradona y el legado de Juan Forn. Una canción para bailar hasta marzo.
Cuando se prendió la luz de la reserva me faltaban 10 kilómetros para llegar a casa. Suficiente líquido para esa distancia, pensé. Pero igual qué necesidad. Ahora estoy un par de kilómetros más adelante, por momentos parado, por momentos avanzando en primera.
Ya apagué el aire acondicionado para que el auto gaste solo lo necesario, y eso profundizó la sensación de embotamiento de los que duermen en el auto: Sol, los chicos. Y estar solo es peor.
Mi cabeza funciona ahora a dos niveles: una respecto de la conducción, avanzar, frenar, avanzar, frenar, avanzar, frenar, y otra como si estuviera adentro del tanque de combustible, como una cámara de seguridad en el angulito de una pieza, dos litros de nafta que bailotean en el tanque vacío. Una botella de coca Cola de nafta, no hay manera que alcance para llegar aunque sé perfectamente que sí puede alcanzar.
Pero mi cabeza está en ese horizonte medio chanfleado del tanque de nafta, parado ahora arriba del Riachuelo, avanzando a dos por hora. Analizo el sonido del motor como en pequeños segmentos, escucho cada uno de ellos como si pudiera ser el último.
Entonces veo a mi alrededor y pienso en quiénes de los que me rodean me podrían ayudar y quiénes se irían a la mierda, pienso en Sol despertando en medio de la autopista con el auto parado, pienso en la solución para un problema que todavía no llegó. Pienso de nuevo en el tanque de nafta, algo así como litro y medio adentro, y el circuito de la nafta yendo a los inyectores del motor para generar una pequeña combustión que empuja el cilindro, un ciclo de cuatro tiempos: admisión, compresión, explosión y escape.
A la salida del embotellamiento los autos aceleran como para dejar atrás el tedio. Acaban de sonar el timbre del recreo y salimos todos desesperados Yo también acelero pero con miedo, pienso que quizás en ese último despegue se termine la nafta. Pero a la vez creo que cuando más acelere más lejos voy a llegar con el impulso.
Bienvenidos al Diario de la Procrastinación (los últimos dos o tres de este año).
Un niño iraquí contempla el fuego de los pozos petroleros. HUSSEIN FALEH / AFP.
Me gustó mucho el podcast sobre Maradona que lanzó Spotify. Lo escuché con mucha atención, creo que ahí hay una diferencia entre los podcasts y la radio, una atención más detallada. O quizás un mérito de este trabajo: no pude escucharlo como algo que sonaba al fondo, sino que fue una experiencia plena de escucha.
Por momento parece que Matías Martin se quiebra cuando lee el guion, es sutil pero perceptible. La música al principio parece una obvia copia al estilo Santaolalla pero con el correr de los capítulos se vuelve imprescindible y fundamental para acompañar el clima.
Y después está el relato de los últimos días (en realidad, los últimos dos años, desde que agarra la dirección técnica de los Dorados de Sinaloa).
Maradona extrañaba a su papá y a su mamá.
También a sus hijas.
Maradona estaba deprimido.
Maradona estaba solo.
A Maradona lo mató la cuarentena (y muchas otras cosas más de tantos años)
Maradona tomaba pastillas porque no podía dormir.
Maradona mirando el techo porque no podía dormir. ¿Cómo sería ese silencio? Pienso de nuevo en esa misma camarita, la del tanque de combustible. Y también Maradona en esos niveles de pensamiento, la cabeza ahí y también en otras partes
Mientras prendo el fuego escucho la gente que camina hacia Plaza de Mayo. Me intriga no sentir absolutamente nada por la fecha del 10 de diciembre, creo que lo vivo con algo de culpa. Pareciera que en este país si no te interesa la política sos un boludo, un irresponsable o un cómplice.
Escribo esto y busco una frase de Juan Forn que leí en los días de su muerte. Me alivió leerla, parece que tampoco le importaba tanto la política. O al menos no de un modo sobreactuado. A veces hay que decir algunas cosas para no estar solo.
Yo pertenezco a una generación bastante apolítica. Los llamados “hijos del Proceso”, que teníamos veintitantos cuanto retornó la democracia. Sinceramente, en esa época la política me importaba poco. Cuando trabajaba con libros políticos, cada vez que teníamos una reunión con los autores, yo les decía: “mirá, yo te funciono de lector común porque a mí la política me aburre (…) salvo que me la contés bien”. Entonces la clave estaba en contar bien: “usame a mí de conejillo de indias, porque si yo funciono, el libro va a funcionar”.
La cita está acá.
Otra que me gusta de esa nota.
A mí siempre me funcionó el concepto de “tribu”, la idea esta de que hay gente por el mundo que tiene una marca en la frente igual a la tuya y en cuanto la ves, la reconocés. Yo creí en eso siempre y es eso lo que traté de montar.
Vuelvo al auto, recuerdo un recital que fui con un amigo a la Usina del Arte. Pienso en que lo extraño y que hace mucho que no lo veo. Pero también pienso que por algo te dejás de juntar con las personas que te dejás de juntar. A veces se me va la camarita interna con ellos. ¿Dónde están, qué hacen, piensan en mí? Pero son esos momentos de embotellamiento, el tránsito parado, la cabeza funcionando en varios niveles. La certeza de las decisiones vuelve. Lo que te rescata es acelerar.
Dejamos acá…
Esta semana me escribió Isabel y me contó algo muy lindo. Pero sobre todo me escribió con dudas sobre si lo que me escribió me iba a llegar. “Ni siquiera estoy segura de cómo ponerme en contacto contigo, me he limitado a darle al "responder" en gmail, a ver si hay suerte”, me puso en su mail.
Bueno, por las dudas aclaro. Si le dan responder al mail que les llega cada sábado, me llega a mí (aunque ahora no se sientan presionados a escribir). Con leer es suficiente.
Gracias por los comentarios de cada semana, cafecitos (le dan click y pueden hacer un aporte simbólico de $$$) y los que lo comparten con alguien que le podría interesar esto que escribo. Yo muchas veces no sé definir bien esto que escribo, pero en esta nota que salió en Maleva creo que lo vieron bien. Seis newsletters a los que tenés que suscribirte.
Los dejo con esta canción que me volvió loco. Hasta la semana que viene.