Cuando no sé qué escribir es bueno volver a las fuentes. Es decir, al proyecto original. Escribir en formato diario, sin pretensiones. Una escritura limpia, cronológica, evocativa pero sin golpes bajos, como si fuera la vida de otro. Una vida y uno que escribe y chau.
Ahora que veo la primera frase y que ya transito escritura, que ya pasó el bloqueo, me parece absurda la primera frase: ¿Cómo es posible que no sepa qué escribir? ¿Cuál es el mecanismo interno que me frena? ¿La búsqueda de qué cosa?
Por el contrario, la enumeración de los hechos, la evocación y el orden ya me sirven para empezar a encontrar algo. Es al revés, primero se escribe, después se encuentra.
Bienvenidos al Diario de la Procrastinación.
Me duele el oído hace varios días. Decido ir a la guardia por más que sea feriado. Voy vestido así como dormí, una remera que tiene la cara de Jeff Bridges en el Gran Lebowski y un pantalón corto de fútbol.
Nunca entiendo si la remera está sobrecalificada para dormir o subvaluada para la calle. Pero frente a un espejo estoy medianamente presentable. Es feriado y salgo.
Voy al subte, pienso que puede ser una mala decisión porque la frecuencia va a ser menor, pero al mismo tiempo está todo cortado porque es la inauguración de la Asamblea Legislativa. Un taxi o un colectivo puede ser una mala opción.
Lo del subte funciona. Llego al andén de la línea C y el tren viene enseguida. Hago la combinación y está viniendo la línea D. Todo sale perfecto, cada tanto la ciudad te devuelve esos momentos de satisfacción a partir de hechos fortuitos relacionados con el transporte. Sin embargo esa combinación azarosa se traslada a la vida personal. Hoy puede ser un buen día
En la guardia me atienden rápido, explico la situación y la especialista parece de mal humor. Le digo que me supura el oído pero me reta, el oído no supura, me interrumpe. Me descoloca, no sé si pedirle perdón o pedirle que me trate bien, que solo estaba tratando de describirle lo que me pasaba, quizás no con las palabras correctas.
Perdón por no haber estudiado siete años medicina. Perdón por venir un feriado. Todo eso lo pienso pero no se lo digo. Creo que la cosa no es conmigo, sino con el aparato que usa para mirarme el oído. Es como un telescopio, pero no estoy seguro de estar usando la palabra correcta para definir al aparato. Además ya me retaron por no usar la palabra correcta.
La doctora quiere conectar el aparato en otro enchufe, parece que no anda en el que está ahora. La ayudo a correr la camilla pero me dice “esta bien, no hace falta”.
El aparato no anda, la doctora desamor me manda a otra clínica y se queda sola en el consultorio. Que se joda.
Ahora estoy en la calle, la clínica está cerca pero no tengo plata en la billetera como para tomar un taxi y no vale la pena tomar un subte o un taxi. Yo estoy vestido en pijama o algo así. Antes sentía confianza pero ahora soy otro.
Voy al cajero, saco plata, paro un taxi y me subo. Cuando avancé un par de cuadras veo que podía pagar con mercadopago. Fui al cajero al pedo. Desde hace un rato todo empieza a funcionar al revés.
El taxista no puede llegar a la clínica, la calle está cortada. Yo se lo había advertido pero no le importó, me dijo que todavía se podía pasar. Es feriado, es temprano y ya me crucé con dos boludos.
En la clínica nueva me tratan bien, me agarra una doctora que parece estar tratando a su primer paciente. A la vuelta camino por la ciudad hasta mi casa. Todavía hay ritmo de feriado. En una esquina cerca del Congreso, Julio Piumato toma un café como quien espera otra jornada de trabajo. No parece preocupado.
La procrastinación es debilidad en el carácter. Tiene un origen, y no es otro, que la perfección del ser humano en sus mecanismos de eficiencia energética. Hacer algo siempre consume más energía que no hacerlo.
La procrastinación no solo afecta a las cosas que piensas que vas a hacer, incluso a las que dices que harás y luego no haces, como madrugar al día siguiente, leer todos los días, o evitar los ultraprocesados. La procrastinación afecta a todos los ámbitos de la vida, y su desarrollo está directamente relacionado por una inconsciencia hacia el momento presente dejándose llevar por la satisfacción a corto plazo
La debilidad en el carácter es la procrastinación, y está en tu mano tomar el control.
Pedro Vivar, autor del libro Super Sapiens. En esta nota de la revista Hola: “Cómo dejar de procrastinar, tomar mejores decisiones y conseguir lo que quieres”
Vuelvo a un control a la clínica, la médica me recibe con entusiasmo: ¡Tu oído está mucho mejor! Entiendo su alegría, soy el primer paciente que trató en toda su vida. Yo ya me resigné en el tema médicos, las preguntas que quiero hacer siempre se me ocurren cuando ya me fui. O ni siquiera, las preguntas que yo debería haber hecho son las que me hace Sol cuando llego. Me resulta increíble cuando pasa eso, todo lo inteligente y resuelta que es ella en esos momentos y todo lo ingenuo y poco curioso que soy yo. En un montón de otras situaciones yo soy el que resuelve, el que encuentra soluciones, el que se apoya en el sentido común. Pero cuando voy al médico, o cuando viene el plomero, y en un montón de otras situaciones más me apichono, se me anula el sentido común, la picardía. ¿Cómo no se me ocurrió esa pregunta?
La debilidad en el carácter es la procrastinación, y está en tu mano tomar el control.
Después de la segunda visita a la guardia, vuelve a casa caminando, quizás porque no puedo usar auriculares voy con otra conexión con la calle. Ya no está Piumato pero aparece un mundo fabuloso de gente trajeada, choferes, asesores, muñecos engominados que están frescos para las dos de la tarde o las dos de la mañana, un boy scout que hace guardia esperando a los jefes que están rosqueando en el Congreso.
Pero hay algo en esa espera que se conecta con la profesión de sus jefes, todo parece ser rosca y negociación aún en las tareas cotidianas, los empleados que esperan hablan en los estacionamientos como negociando algo, alguna cosa que venden como para hacerse una changa, sacan cosas del baúl del auto, hablan de cheques y de poderes y de porcentajes.
Hay también Toyotas por todos lados, una multiplicación de los Corollas polarizados.
Y sobre todo hay también una atmósfera de cogedero, los departamentos tienen movimientos extraños, suben y bajan pibas, los porteros saludan o dejan de saludar, se hacen los boludos si hace falta. El perfume de Congreso es lavandina con gasoil de bondi que te acelera en la nuca.
Creo que hay que escribir la novela del Congreso pero no es una novela sobre la política o los políticos, sino sobre todo lo que está alrededor, estos tipos que son como empleados esclavos, parecen policías exonerados o ex remiseros o sobrinos inservibles que se acomodan gracias al tío que pegó un cargo. Todo el día esperando a los jefes que están en el Congreso creyendo que resuelven el país, pero el país también se cocina afuera, sobre todo se cocina afuera, en un kiosco de Entre Ríos e Irigoyen, en una peluquería en Solís y Alsina.
Un amigo me contó que un diputado tenía un departamento por la zona y lo usaba como un segundo despacho, para descansar y que no le rompieran las bolas, pero también para garchar. El tipo era una bolsa de grasa, talle XL de camisa mínimo pero igual una o dos amantes para citar en su departamento.
Eso me quedó grabado y cuando camino por la zona lo busco al tipo y quizás por eso todos los que veo pasar trajeados engominados pienso que podrían ser un diputado que está yendo para hacerse un recreo, ver un partido de la Champions y echarse un polvo. Más o menos lo que quiere cualquier argentino promedio.
También tuve miedo por el tipo, que se quedara seco en el departamento, con una piba arriba, no le sobraba nada de estado físico, casi admirable la voluntad para coger pero entendí que en esa búsqueda vanidosa del poder puede haber también una voluntad inquebrantable para el garche, yo dí por descontado que el tipo se iba a morir en el acto sexual, pero no.
No es que me pase siempre, pero a veces cuando se activa el “Urgente” o el “último momento” en los canales de noticias yo pienso que puede ser este tipo, o cuando veo una ambulancia por Congreso pienso que me va a escribir un mensaje mi amigo y me va a decir “boludo, se murió el gordo mientras cogía con una piba de 23”.
Lo más loco es que el tipo sigue trabajando en el Congeso, ya no como diputado pero con un cargo importante, sigue con su vida de viajes a Bahía pero también de su despacho y sus amantes, sus dos o tres vidas que en realidad son una sola vida, la vida que eligió él y que el resto vea cómo se adapta.
Ahora ya no pienso que se pueda morir, la edad creo que me enseñó que no es tan fácil morirse sino que el cuerpo tiene una resistencia especial, algo de la voluntad para vivir y también para el poder.
Estos tipos que parecen destinados al cajón siguen lo más bien por la vida y los deportistas de milanesa de soja se pueden ir al bombo en cualquier esfuercito, la vida es un poco más despareja y menos predecible.
Y a veces pienso en cruzármelo por el barrio, entrando a una farmacia a comprar forros o a comprar Viagra. O capaz que no, que manda a alguno de sus empleados a que le compre, el tipo engominado que está contento porque lo activa después de varias horas al pedo, charlando boludeces con algún otro colega. Además le hace el mandado al jefe y de paso se compra unos forros para él.
Todas las fotos que ilustran este newsletter son de la cobertura en Ucrania del servicio fotográfico de la agencia AP. Vadim Ghirda, Emilio Morenatti, Evgeniy Maloletka, Sergei Grits).
Dejamos acá.
Nos vemos la semana que viene. Gracias por los comentarios, las recomendaciones y los que se suman cada semana. De un modo inesperado pero constante, el boca a boca sigue funcionando y yo no puedo dejar se agradecerles a los que contribuyen a eso. También gracias a los que suman su aporte monetario con un cafecito.
Nos vemos la próxima.
Hola Diego, cómo estás? Te sigo hace un año y realmente este última entrada es genial….la descripción de los “engominados” es tal cual!!! Y por supuesto que hace falta una novela de ellos pero igualmente “aguante” la procrastinación!! Ja ja!! Un abrazo!