Una canción sin explicaciones
Estoy en uno de esos bares en los que hay que pedir primero y elegir la mesa después. Ni a favor ni en contra. Pero mientras pago busco la mesa en la que me voy a instalar tratando de adivinar cómo va a pegar el sol contra la ventana. Tengo que usar la compu, también trabajar, no siempre son sinónimos.
Decisiones pequeñas pero inquietantes, de las que no te vas a acordar en tu vida, ni siquiera a la noche, pero que te pueden arruinar la estadía. Estamos llenos de esos momentos, los pequeños pasos de cada día.
Pago y después de mil dudas elijo una mesa contra la ventana, entiendo que el sol ya pasó por ahí. También veo que hay una máquina de las que rompe el asfalto (¿se le dice martillo neumático?) que está por trabajar (o que ya fue usada). Me alejo del ruido.
Sucede lo obvio: la decisión es la equivocada, lo advierto una vez que ya recibí el café y la medialuna. Pero ya no voy a moverme de la mesa, tengo un modo de ser que no me permite subsanar el error inicial. Como si dijera “quédate a escribir ahí, jodete por pelotudo” y acá estoy, escribiendo con el sol en la cara, la computadora hirviendo, los ojos cerrados aunque tiki tiki le doy a las teclas y después corregiré.
Creo que también eso lo aprendí en la redacción de Clarín, escribiendo mientras todos hablaban y te interrumpían o te gritaban un gol o te subían el volumen de una conferencia de prensa de algún funcionario de turno con voz importante hoy devenido a mero legislador gacetillero, pero el quilombo siempre en primer plano, incluso yo mismo escribiendo y molestando a otro. Los chistes más políticamente incorrectos que podes escuchar se dicen en una redacción, son todos gordos o putos o mogólicos, se habla mal de los muertos que se acaban de morir, te reís de lo que no está permitido reírse. El muñeco que escribió que “los cínicos no sirven para este oficio” no pisó la redacción de la calle Tacuarí.
Pero acá estoy, cagado de calor, escribiendo contra.
Bienvenidos al Diario de la Procrastinación.
¿Qué música escuchan los jóvenes que votan a Milei? ¿Si el rock no se hubiera muerto existirían los votantes jóvenes de Milei? ¿El trap y la música urbana son de derecha?
Pagni, el amigo de Benito, tiene un recurso que lo usa desde siempre en el papel y ahora lo replica en la tele. Se manda con algún rumor, un off, algo medio fuera de la pista y luego dice “son preguntas”, y se queda mirando a la cámara y es como si te diera la mano, acordamos que el pacto es así, hay momentos para abrir un poco el juego de lo que se dice y nos guardamos las reglas de la moderación para otro momento.
A propósito, bailé una canción en una fiesta de 40 que dice “Te estás portando mal, serás castigada, la encerraré en el cuarto hasta la madrugada”. Yo estimo que es una canción que debe sonar en el Complejo Art Media y en los principales reductos bailables del progresismo, entonces habría que inferir que a Cacho Castaña lo cancelamos por viejo más que por machista. Mañana cumplo 43 y seguramente esta sea la primera de muchas acciones militantes en contra de la gerontofobia.
Me senté en el sillón del Recoleta Mall a descansar, a hacer tiempo sin gastar plata. También es como mi oficina, hago un par de llamados, boludeo un rato. Suelo pasar los martes por ahí, entre que dejo a mi hijo en la escuela y voy a terapia: tengo 45 minutos entre una cosa y la otra.
Voy a mi sillón para ver también como gasta la plata el gringo, aunque advierto que el genérico “gringo” para designar a todo aquel turista que aprovecha la diferencia del cambio ha quedado viejo, pero digamos gringo como genérico para los hermanos uruguayos, los paraguayos, los brasileros que pasean por el Recoleta Mall cargando dos o tres bolsas cada uno, los dedos amoratados de cargar el peso de lo que acaban de comprar casi por obligación, el paso al pedo de los turistas, contra el paso frenético de los laburantes, ese espectáculo de velocidades me encanta apreciar.
Yo ahora soy el observador pero también he sido el observado, por una mera cuestión de los años me ha tocado turistear con holgura y ahora estoy en la otra vereda, todos sabemos que Argentina es oscilante, ya nos va a volver la época de viajar a Noruega por dos mangos, parte de la educación financiera sentimental es esa, saber cuando hay que amarrocar, comprar una botellita de whisky pura malta antes de los aumentos como para tener en el invierno, la botella para recibir visitas, porque la de Jameson es para la diaria.
Los veo pasar sin envidia, solo espero tener la vitalidad para cuando me llegue el turno, o que justo se encuadre bien con la dinámica familiar, las edades de los chicos, mientras tanto paso el tiempo acá, en el sillón de un cuerpo del segundo piso del Recoleta Mall, vayan a verlo, la escalera mecánica que te lleva al segundo piso desemboca justo ahí, te queda el cementerio de la Recoleta a tus espaldas, siempre está bueno tener el shopping de los fiambres ilustres a mano, y a mi me queda el consultorio de la psicóloga a una cuadra, y mientras hago tiempo para llegar a la sesión imagino el aire viciado de los pacientes anteriores, la catarsis de cada uno en la frecuencia de cada uno, hago la presesión ahí en el shopping, siento las últimas seis lucas del mes frescas en el bolsillo (bastante bien para el día 26 del mes, seis lucas en la cuenta bancaria, el descubierto invicto). También escribo un tuit como para ver si pasa algo en la espera.
Llego a la sesión y hablamos del dólar, la doc parece bastante informada por las fluctuaciones de la moneda, se ve que termina de atender y hace el pasamanos a verdes. ¡Qué fantástico vivir en la Argentina! Lástima la base, la están haciendo concha.
Me gusta este mensaje de Andrés Calamaro, a propósito de la nueva versión que Los Auténticos Decadentes grabaron de un clásico de Los Abuelos de la Nada.
Esa renuncia a la pretensión, no importa lo que quiere decir una canción, también esa cuestión lúdica, hacer una canción como si fuera un juego, para decir algo más o menos normal. Ni ingenua ni del todo cínica.
Dejamos acá.
Las fotos que ilustran esta edición son de Annemarie Heinrich y fueron tomadas en Mar del Plata, en los años 50. Acá hay algo más de info sobre ella.
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Nos vemos la semana que viene.