Hola, aquí estoy de nuevo.
Fui a tomar un café con mi amigo el Poeta y me tiró una que me quedó rebotando en el balero. “Ando como un galgo en la ciudad”, arrancó, con la máquina de la nostalgia en turbo. El Poeta es así, te tira la metáfora pero enseguida se pone a hablar de otra cosa, como para que vos completes la metáfora.
“El problema es que vos no te sabes vender”, me dijo un rato después. Yo no quiero venderme, yo quiero que me vengan a comprar. No sé si se lo dije o lo pensé.
Bienvenidos al Diario de la Procrastinación.
Desde que El Poeta me dijo eso siento que los galgos me miran como pidiendo ayuda. Unos galgos tristes. Cada vez los veo más ¿Será así?
Después le mando un mensaje. “No sé si prefiero seguir como paseado por un hada culposa de Villa Crespo o si quiero volver a la vieja vida, que me caguen a palos de vez en cuando, pero corriendo al fin, en la mía. No sé, no sé…”
“No sé de qué me estás hablando”, me respondió cuatro horas después.
El Poeta no sabe que yo le digo así, primero porque él tampoco sabe que es un poeta y segundo porque yo tengo la costumbre de inventarle apodos a algunas personas pero lo uso solo para mi.
El Poeta camina por la ciudad. Sale a las 8 de la mañana de su casa y llega a las 10 al local en el que trabaja. A las 18 pega la vuelta y casi siempre elige un camino diferente. Cuando llega a la casa me manda un mensaje de audio. Siempre dice la posta.
Básicamente toda mi vida puede resumirse en una acción y un momento, que consiste en entrar o no entrar a un café, usar media hora para trabajar o para mirar por la ventana o el teléfono, y después arrepentirme por haber entrado al café, o porque el café no era bueno, o felicitarme por haber entrado al café, porque el café era magnífico, o porque tenían buena música, o los diarios en papel, o tranquilidad para trabajar.
(escrito desde Bacará Café, Pueyrredón y Ricardo Levene, Ciudad Magnífica de Buenos Aires. Durante la estadía vi pasar dos galgos; uno era hermoso, parecía un tigre)
Hablando del futuro de la profesión, pero también del futuro a secas, un amigo y colega me dice. “Necesito 10 años de terapia para esto. Creo que debo relajarme y esperar a que las cosas sucedan”.
Veo que han proliferado los negocios de compra y venta de ropa. Me gustaría tener uno pero especializado en camisas. Tener un stock de 100 mil camisas, vender y comprar todo lo que me ofrezcan.
Me gustaría la parte de tener un local, estar varias horas ahí atendiendo gente, abriendo y cerrando la persiana. Lo debo estar idealizando pero no me importa. Aprendería cosas que ahora no sé. Se podría llamar Alessio, en honor al tercer nombre de Esteban Pedro Alessio Camisassa.
Voy manejando con el auto lleno de pibes que traigo de la escuela. Trato de escuchar lo que hablan y a la vez trato de pensar en otra cosa. En un semáforo se me pone a la par un auto bastante viejo, parece un remis porque lleva una pasajera atrás, pero l oque me sorprende es que el tipo que maneja es igual a Ricardo Kirschbaum.
Ahí mismo pienso que estaría bueno armar un grupo de whatsapp con todas las personas que pasaron por Clarín en los últimos 25 años para mandar estas cosas. Como todo grupo de whatsapp, tendería a deformarse, perdería el objetivo inicial que es este: mandar fotos de los compañeros que te cruzas en la calle, como cuando lo veo a Sergio Dima desde el colectivo.
Se murió la abuela de Sol. Tenía 93 años. Hizo un carrerón, diría mi viejo. Así dice cada vez que muere alguien que tuvo una vida bien vivida. Me sorprende como aparece siempre mi viejo con sus frases y su humor. Hay un diccionario interior de recursos para compensar esos momentos de vacío total.
A la mañana había salido al patio para ver sus plantas, las dos parras que habían florecido, la camelia y el jazmín. Dio algunas directivas, unos plantines que había que cambiar y se fue a dormir la siesta. Se despertó y se murió. Los últimos metros de un carrerón. La metáfora para que cada uno la llene como se le antoje.
Dejamos acá.
Algunos me preguntaron por qué no salió el newsletter de la semana pasada. No sé, no salió, me quedó a medio escribir y listo. De hecho lo de esta semana no tiene nada que ver con eso que estaba escrito (sobre Fito Páez en el Movistar Arena, entre otras cosas).
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Nos vemos la semana que viene (creo).