Se corta la peli
Episodios cercanos con la muerte. El proyecto de la semana: la posibilidad de comprar un auto clásico. Estamos bien.
Semana de la muerte. El domingo pasado se murió una periodista de Télam muy querida por amigos míos. “La quería más que a mi vieja”, me dijo uno. Tenía 51 años, dos hijos, una carrera destacada y anónima, como muchos otros colegas que conocí (y que también se murieron así, con un perfil bajísimo, huyendo de la admiración banal de las redes sociales, con la única certeza de que el verdadero reconocimiento debe venir de los pares y por prepotencia de trabajo, y no por prepotencia de humo).
Murió también Angeles Salvador, tenía 50 años, tres hijos, un gran talento para escribir. En esta nota sus amigos y colegas dicen cosas hermosas sobre ella y sobre la escritura. Para el final escribe también la hija de Angeles.
Murió también un tipo de 45 que jugaba al rugby, amigo de algunos amigos. Salió a correr y chau. Se cortó la peli.
Ojo, Paul McCartney tocó en Glastonbury la semana pasada y tiene 80. No quiero insistir con Paul, ya hablé de él la semana pasada.
Pero siempre se murió la gente y siempre se muere más o menos al mismo ritmo. Solo que ahora estoy en otra categoría.
ODD ANDERSEN / AFP
La muerte ya no sería solo mi muerte y listo, sino el desamparo de los que dejo. Mis hijos, por supuesto.
Beni habla de su edad, tiene 6 y quiere tener 7. Mi tía cumple 80 y no lo puede creer. Yo pienso que estoy más cerca de los 45 que de los 40. En agosto tengo una reunión por los 30 años de egresados de la primaria.
Es un embole hablar de la edad. Es un embole hablar de la edad cuando el subtexto es: hay que vivir ahora, hay que vivir el presente, hay que hacer cosas porque ojo que te podes morir en cualquier momento.
Ya lo sabemos, pero no es tan fácil. Todas estas muertes de la semana y qué? ¿Acaso saqué pasajes para irme a París? ¿Cambié el auto? ¿Mandé a la mierda todo y me puse a escribir? Nada de eso: Comimos lo mismo que comemos cada semana (bocadillos de espinaca los lunes, polenta con jamón y repollitos de Bruselas los martes, milanesas de pollo con papas y batatas, fideos con pesto los jueves, comodín de sushi o salida con amigos los viernes). La rutina y el tedio también son motores que nos ayudan con el día a día.
Esta semana tuve clases de tenis compartidas con un señor llamado Horacio. Fue un gran entrenamiento y al final jugamos un partido, a siete puntos. El llegaba cansado (es más grande que yo, debe andar por los 50, o quizás más), yo había practicado muy bien. Arranqué dos a cero arriba y pensé “quiero ganar 7 a 0”.
Uno o dos minutos después estaba perdiendo 6 a 3. Ahí volví a hablar conmigo mismo y dije “cómo puede ser que esté pasando esto”.
Después lo empaté a 6 y finalmente lo gané 8 a 6. Fueron 10 minutos que condensan un montón de cosas de mi vida. La ambición, la expectativa, la decepción, la voluntad, la falta de voluntad, el humor, la exigencia, el diálogo interno constante, insufrible, el azar. La satisfacción y la insatisfacción.
Ganar (la satisfacción) y perder (la insatisfacción) me dan lo mismo.
Esto parece grabado en Monte Hermoso o en Necochea.
Esta semana tuve la certeza de que quiero comprarme un auto clásico: un Mini Cooper, o un Fiat 1500. Una certeza como son mis certezas, tan genuinas como improbables. Sé que nunca voy a tener un auto de esos, al mismo tiempo que sé que podría estar bueno.
La semana pasada la certeza y la ambición fue hacer un curso de UX Writting. No sé explicarlo porque no sé muy bien qué es. Pero parece el futuro.
Quiero comprar arte, eso también.
¿Cómo pienso yo mi futuro? ¿Cómo voy a ganarme el pan? Un jefe importante que tuve en Clarín usaba siempre esta figura: ustedes son unos ganapán. Cada nota era ganarse el pan.
Owen Pomery. Acá más dibujos suyos.
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Gracias por leer cada sábado (o domingo, o lunes, cuando llegan a la compu del laburo). Les mando un abrazo y recuerden que este es un ejercicio de escritura contra la procrastinación. No es una diario íntimo, pero se le parece bastante.
Un abrazo. Estamos bien!
Papu, tenés que habilitar pagos desde el conurbano ( extranjero) Sil vu plait