Los lunares
Viaje y repetición. Una jornada laboral entre Amigacho y Horacio González. Las patas en el cerámico de un departamento alquilado.
El de hoy es el peor newsletter de 2021 y uno de los peores de la historia. Escribo esto para empezar, la repetición de peor en la misma oración es el primer indicio de lo que viene. ¿Y cómo puedo saber qué es el peor si todavía no empezó? Porque no tengo nada para escribir, y de lo que quiero escribir no me animo, o no lo quiero compartir acá, o no tengo el tiempo ni la distancia para entender. Es el peor pero es uno más. Dedicado a los que me insisten en que no tengo que abandonar esto, una institución que no existe como tal y que yo la construyo en mi cerebro. Un club de fans invisible, que me sermonea con un látigo mandatorio.
Entonces escribo para cumplir, como muchas veces hice. La consigna inicial de este newsletter fue esa; un ejercicio de escritura, contra la procrastinación. Una rutina para soltar la mano.
Y escribo también contra ese grupo que me invento que existe, escribo con desgano como si les dijera “mirá cómo los cago, escribir escribo pero no va para ningún lado”.
Escribo en el documento de Word que uso de borrador para todas lo que hago en la semana. Dice, por ejemplo, “Qué es de la vida de Amigacho – 20 mil views”, y dice también "Soy una persona que podría dar una buena clase sobre Jürgen Habermas, Walter Benjamín o Jorge Luis Borges. Y me tuve que convertir en alguien que tenía que ejercer su habilidad en la tensión que provoca la función pública. Por Horacio González".
Escribo con las patas en el cerámico de un departamento alquilado en Bahía Blanca. Eso debería decir mucho, mi primer viaje a la ciudad desde que murió mi vieja. La última vez que escribí el newsletter desde acá escribía sobre la muerte de mamá. Ahora estoy de nuevo: tengo una hija más, tengo un hijo que no se acuerda bien de la abuela y me atormenta pensar que no se acuerda por mi culpa, por no haberle hablado de ella, por no haberle puesto fotos. Recién ahora lo hago y hablamos del cielo y esas estrategias de evasión.
Hoy estuve en la ruta, vi otras caras, otras voces. Las estaciones de servicio del camino tienen ahora mucha gente con computadoras, se convirtieron en centros de home office. Debe ser gente que sale a buscar internet.
Me gustó esto que vi en Twitter, el “A veces” es una fórmula que repito mucho acá. Lo pensé también como una replica del “Me acuerdo”.
El departamento tiene pisos de cerámica, es como si fuera un departamento playero pero en mi propia ciudad. Soy un extranjero que visita una tierra desconocida.
Quizás no sea el peor newsletter de la historia, pero seguramente no va a ser el mejor. Tenía algunas ideas buenas, una sobre la ruta. Mi hermana me mandó un mensaje sobre la ruta menos peligrosa para ir a Sierra de la Ventana. Entendí perfecto la idea, hay una ruta más peligros y otra menos peligrosa. Estoy cocido con la misma costura, la ruta como una amenaza latente, la posibilidad de morir.
En el camino pensé en la ruta 3, un camino que hice miles de veces. Hace por lo menos 20 años que pienso que deberían construir una autopista, al menos entre San Miguel del Monte y Las Flores, pero al parecer es una tarea demasiado compleja para este país. Lo pensé en esos términos: yo ya no soy tan joven y esa autopista sigue sin hacerse. Y enseguida pensé en otra cosa, algo que vengo viendo en el espejo. En mi cuerpo aparecen lunares que antes no tenía. Lunares como los de mi viejo. Pienso en los lunares y en su ciclo dentro de mi cuerpo (o sobre mi cuerpo). ¿Acaso cada uno de ellos viene con su fecha de nacimiento?
Siempre envidié a mis amigos que no pensaban en la muerte, los que se dormían en cualquier colectivo, por más que estemos al borde de una cornisa en Bolivia, en manos de un chofer que no dormía hace cuatro días, el cachete inflado de coca, o en un remis manejado por un jujeño completamente borracho y drogado. ¿Qué pensaban mis amigos? ¿Por qué no les importaba nada? Por momentos me parecía que todos los que me rodeaban vivían en otra frecuencia, una inexplicable inmadurez frente a lo obvio. Y también me pasó al revés, en la vida adulta y formal, en los trabajos, la sobreactuación de algunas formas, lo impostado. ¿No ves que todo es un gran chiste, que nada es tan importante?
Sobre la amistad y los vínculos, mi propia incomodidad me lleva a aislarme y no conectar. A veces me siento solo.
Dejamos acá. La foto es de Tauseef Mustafa, de AFP. Acá en su instagram hay una cuantas fotos más (esta del laguito ya la hizo varias veces).
Gracias por la compañía de cada semana, las lecturas, los comentarios y los cafecitos. Esto no es un diario íntimo, pero se le parece bastante.
Les dejo un tema de un disco que escuchamos hoy en la ruta. Un disco que me gusta mucho y al que me gusta volver cada tanto. Y esto que posteo acá también me gusta: un videoclip que le arma la gente a una canción, medio cursi, lleno de lugares comunes, como si fuera un trabajo de la facultad. Pero me gusta. No siempre se puede ser perfecto. Nos vemos la próxima.