Estoy fascinado con una cuenta de Instagram que se llama “Diario de Escritores”. Cada día, una cita de algún diario de escritores. La idea es sencilla, el trabajo de hacerlo es titánico. Lo descubrí hace poco y los mayores aportantes son Franz Kafka, Mario Levrero, Patricia Highsmith y Alejandra Pizarnik, pero también aparecen Cesare Pavese, Virginia Wolff, Susan Sontag, Ricardo Piglia y muchos otros más.
Por ejemplo:
28 de enero.
Vanidad, distracción de mi mismo, unos cuantos días.
Franz Kafta (1918)
Hay citas todos los días, se va armando un relato desparejo y a la vez constante de estilos, tonos, pesimismo. Algunos desarrollan más, otros son una simple nota.
23 de febrero
Estar enamorada de dos personas al mismo tiempo. ¡Qué inmadurez tan deprimente! Estar tan enamorada del amor.
Patricia Highsmith (1959).
Cuando pienso que hay un tema que no está desarrollado, aparece.
18 de mayo
Quien no hace hijos para no mantenerlos mantendrá a los de otros.
Cesare Pavese (1939)
Todas estas son entradas recientes, pero el proyecto empezó en marzo de 2021.
Me conmueve ver que están todos los temas del universo, que como todos sabemos son tres o cuatro, camuflados en otras cosas. Y que todos los escritores del universo pasaron por lo mismo: la angustia de no poder escribir, la sensación de derrota, la euforia, el desamparo. Todo está escrito y a la vez todo se está escribiendo.
Escribo y llueve. Podría ser una entrada del diario.
11 de julio.
Amanece, en medio de brumas opacas, bajo una lluvia torrencial. Trombas de agua lavan los puentes con abundancia, pero la temperatura permanece sofocante y muerta. A mediodía, el cielo aclara, pero el mar sigue enfadado, el barco cabecea y se mueve. Unas cuantas ausencias en el comedor. He trabajado. Mal. Al acercarse la noche, el cielo va cargándose poco a poco de nubes otra vez, se hace más denso a cada minuto. Cae la noche muy rápida, sobre un mar de color negro de tinta.
Albert Camus (1949)
Escribir un diario con humor es también una forma de vivir. ¿O se escribe siempre para ser leído, incluso en un diario íntimo?
26 de febrero
“Según el estado de mi barba, a veces, cuando estoy preparándome para lavarme los dientes antes de irme a dormir, veo en el espejo un rostro muy parecido al de Salman Rushdie (autor que no leí ni pienso leer). Es muy probable que este parecido sea una ilusión óptica, y de todos modos hay diferencias notorias: mucho menos pelo, más edad, la mirada no tan astuta ni tan satisfecha de sí misma. Pero, por las dudas: aviso a todos los musulmanes que Rushdie no está en Montevideo. Repito: Salman Rushdie no está en Montevideo. Se ruega comprobar prolijamente la identidad antes de actuar.”
Mario Levrero (2001).
Curiosamente, Levrero se murió algunos pocos años después (en 2004), mientras que Rushdie sigue entre nosotros, a pesar de su condena a muerte desde 1989 y de su reciente atentado en Nueva York.
Nada tiene sentido
22 de septiembre
Nada
Franz Kafka (1917)
6 de marzo
Me pregunto cómo hacen en Nueva York para disfrutar de la ciudad a la noche, a la vuelta, los días del infierno, otra jornada de trabajo y amigos. Las ventanillas bajas, los edificios. Cómo hacen en Nueva York con toda esa ciudad pero sin FM Aspen.
¿Y los londinenses, después de los bares, la vuelta al hogar después de una o dos cervezas, otra jornada de trabajo y ni una sola canción de Gustavo Cerati para escuchar en el regreso?
Lo que hay que hacer es escribir incluso sobre lo ya escrito. Las extraordinarias virtudes de las personas anónimas, nadie escribió sobre eso todavía. Mi amigo el Sabio dice que su hermano es la mejor persona del planeta pero nunca explica por qué.
El Sabio no escribe pero va dictando cosas que quedan sueltas por ahí.
Escribir no es solo escribir sino vivir para otros que van atentos pescando cosas sueltas. Escribir es no perder lo que hacen otros.
Una virtud de El Sabio: el tipo siempre está igual, no importa si está charlando con un nene de ocho años, con su jefe o con el presidente. Esa libertad total lo exime de andar calculando el personaje. Yo, por ejemplo, soy de muchas maneras y en esa negociación de personalidades hay una indudable capacidad de adaptación pero sobre todo un temor extremo a no ser aceptado, a no ser querido, a la soledad. Entonces cuando estoy cerca de una buena versión de mi me pregunto porque no puedo ser así siempre. Y cuando estoy lejos de eso me pregunto si todas esas versiones no constituyen también la unidad.
A veces llueve, a veces sale el sol.
Veo unos pájaros volar con una plasticidad notable. Llego a ver un ala desplegada, la firmeza de los músculos, no sé de biología pero hay algo entre mecánico y natural que me provoca admiración. Es un pájaro, uno solo, el que me cautiva, que va en grupo y después se aleja un poco, como si pescara una corriente que lo ayuda a elevarse. Se va y se va y el resto lo empieza a seguir. Hay un instante final, antes de perderlos de vista. El líder planea para esperar al resto.
No sé si es que los dejo de ver o me distraigo con un avión que acaba de despegar. De aquel vuelo a este que sigo un rato más, como postas de mirar el cielo.
Qué lindoooo, carajo. Qué cosa más grande la escritura.
Genial, Diego! Como siempre. Qué ganas de ser amiga del sabio.