El peluquero es un psicólogo al que uno va cada tres meses.
Pero mi peluquero se psicoanaliza conmigo, entonces podría ser que mi peluquero hace terapia permanente. Y cuando va al psicólogo habla de sus clientes. Transfiere.
Fallan los artefactos eléctricos de mi casa. Falla la heladera, que es hermosa, imponente, gris, pero que ahora la percibimos vulnerable. Mi teléfono no carga bien su batería. Lo mismo la computadora, falla el cable, la uso administrando la luz que entrega la pantalla, contorsionando el cable que la alimenta. Falla también una bomba presurizadora que manda el agua con potencia hacia todas las canillas de la casa. Ahora arranca y para, arranca y para. Pienso en el cuento Corazón Delator, de Edgar Allan Poe. Una presencia inquieta.
Me pregunto si una casa puede estar somatizando.
No fui a ver a Calamaro pero escuché sus discos en vivo durante toda la semana. Me gusta el que grabó con los músicos de La Bersuit, es un Calamaro un poco inseguro, se nota sobre todo en la introducción de “La Libertad”, en donde sobreexplica a quién está dedicada la canción. Ya entendimos, Andrés, a los que están presos. Nos reíamos mucho con dos amigos que ya no veo de esa intro un poco torpe, propia de alguien que está volviendo a los escenarios después de un período de persianas bajas.
Pasaron tantos años. Calamaro sigue dando conciertos.
Las vidas de los amigos que tuve ahora las sigo en Instagram: tuvieron hijos, se compraron casas, veo sus caras curtidas por las arrugas y el trajín de la rutina, el trabajo, la logística familiar.
La Libertad es un tema hermoso porque parece que le habla a los marginales pero en realidad le habla a todo el resto. Los que vivimos atrapados por nuestras vidas felices, rutinarias, de manual. Creo que todos buscamos lo mismo, no sabemos muy bien qué es ni donde está.
Escuchando ese disco se me ocurrió pensar si era mejor Flaca o Paloma (son los temas que cierran el disco, uno a continuación del otro). Es, por supuesto, una discusión inconducente.
Lo obvio es pensar que es mejor Paloma, pero hay algo en la simpleza de Flaca que siento que la convierte en una mejor canción.
También, no menor, a mi mamá le gustaba Flaca. El tarareo del final siempre me hace acordar a ella. Creo que Flaca es mejor porque es menos compleja, más popular, más instantánea. Hay también un piano de fondo que acompaña toda la canción, un sostén melódico que también comparte con Paloma. Podría ser una canción de Iglesia, un gospel pero de acá.
Acá Gardel cantando Flaca.
Paloma es un tema increíble también, no debería escribir algo tan obvio como eso. Pero estuve pensando que tiene otra complejidad que la hace un poco más enroscada, más oscura. Flaca es luminosa, con guiños liricos de Calamaro (“no me mientas, no me digas la verdad”).
Paloma es probablemente el himno definitivo de Andrés. Siempre me impactó una línea de la canción: “Te cambio tu corazón por el mío, para mirarlo y mirarlo”. Esa frase llegó a mí y yo no me había enamorado nunca, no conocía lo que era el amor (o al menos no el amor hacia una chica), y sin embargo sentía esa frase como el amor total. Podía sentir empatía con ese verso, podía sentir que era eso y no otra cosa el amor, una cuestión animal.
En mi caso el amor llegó después y muchas veces pienso en esos años en los que andaba por la ciudad sin estar enamorado, sin poder conectar. Era feliz y también estaba incómodo. Las cosas a veces no tienen mucha explicación, iba al psicólogo y le planteaba este tema de no poder estar con alguien.
No es el mismo analista al que voy ahora. También iba a otro peluquero.
Y el amor después fue como un chorro muy poderoso e intenso que salió de repente y le entregué por completo a una sola persona (que sigue siendo la misma persona).
Como se entrega el amor es un misterio insondable. Son preguntas, diría Pagni.
Hay cosas que es mejor no verle los hilos. Calamaro para todos los días en Tabac, Libertador y Coronel Díaz. Saluda a los mozos con un rutinario hasta mañana.
Yo pensé algunas de estas líneas manejando por Libertador, las mismas calles, la misma ciudad.
Tuve la certeza de estar amoldando algunas ideas y nociones de algo definitivo, consagratorio. Es hermoso cuando pasa eso. Conozco gente que se frustra cuando está en ese momento creativo y después se da cuenta a la hora de escribirlo que no es nada, que se evaporó. En cambio, a mi me gusta sentir esa potencia, la conexión de ideas que da una buena jornada, un atardecer, algún estimulante, incluso a sabiendas que después no llegue a nada. Pero sentir así es estar vivo. Podría ser parecido a la libertad. Creo que todos buscamos lo mismo.
Andrés inspira
Si, todos buscamos lo mismo. Este texto es preciso Diego. Voy a escuchar el disco ya.