La música de los sueños
Un tema de Fito, una sesión contra Bjorn Borg, los posgrados que te ofrece la paternidad.
Me sirvo un whisky y le agrego tres hielos. Mientras se mezclan veo que con los hielos venía también pan rallado de las milanesas que guardamos en el freezer. Milanesas compradas hechas con pollos alimentados de un modo seguramente nocivo. Whisky con hielo y pan rallado de milanesas poco amigables con el medio ambiente mientras unos fideos se hacen solos en el agua hirviendo. La paternidad es también un posgrado en hacer fideos: los hago con la mirada.
Fideos pura harina con queso rallado de paquete y se me viene la cara de Greta Thunberg, el foco habitual de mi bronca cada vez que hago algo por fuera del manual. Y digo perdón Greta para mis adentros y me tomo el whisky, perdón Greta y perdón a los puristas del whisky por contaminar el agua bendita con hielo hecho con agua de la canilla y enchastrado con pan rallado.
Perdón a todos los nutricionistas y me empino el whisky, va por ustedes este y también el próximo, ya con los fideos en la panza de Benito, haciendo el bien y haciendo el daño que corresponde, con la piba a upa hace dos horas.
Otro posgrado posible de la paternidad es hacer todo con un brazo. Colar fideos con un brazo, claro que sí, con el agua hirviendo zumbándole las pestañas a tu bebé, pero sí, todo con un brazo, así también se hacen las cosas, los diferentes posgrados, la vida también avanza gracias a nosotros, los culposos que hacemos lo que podemos contra la mafia de la crianza responsable. Nosotros también hacemos avanzar el mundo y no andamos bajando línea. Simplemente queremos ir a dormir y que otro día venga. Ni tenemos tiempo de ocuparnos de ustedes, los perfectos. Damos la pelea con una procrastinación hacia adelante.
Bienvenidos al Diario de la Procrastinación.
FILIPPO MONTEFORTE / AFP
Digo esto el día aniversario de la muerte de Maradona, mientras cada medio y cada individuo genera contenido, textos, fotos, videos. ¿Cómo hacer para ver todo?
Lo que digo es poco corporativo, no debería estar en contra de la producción de contenido en los medios. Sin embargo creo que la idea nos retumba a todos: es demasiado, alguien debería curar el material. Leí por ahí que en el futuro todos vamos a tener 15 minutos de anonimato. 15 minutos de silencio, de tranquilidad. ¿Serán esos 15 minutos en los que lavamos los platos?
A propósito de esto, una lectora aportó un fragmento de un cuento de Samanta Schweblin, en el libro “Siete casas vacías”.
"(...) Algo parecido a tener las manos bajo el agua de la canilla, una calma que me permite pensar las palabras, ordenar los hechos, las cosas que suceden siempre en un mismo orden.
(...) Dije cosas muchas veces y, ya pronunciadas, las palabras ejercieron su efecto. Retuvieron a mi hijo, alejaron a mi marido, se ordenaron divinamente en mi cabeza cada vez que lavé los platos."
Sobre lo anterior, una idea posible: si estás haciendo algo y no lo ve nadie, no te aflijas, no es personal, no tenemos tiempo. Y si estás haciendo algo y lo ve mucha gente, no te agrandes, quizás lo hacemos para cumplir, para evitar el FOMO (“Fear of Missing Out”, el miedo a perderse algo, quedar afuera). Yo mismo abro newsletters que leo así nomas, veo entrevistas por la mitad, regalo clicks en los cuales no termino honrando el contenido y el trabajo.
En el auto, escucho una capacitación para mi trabajo. El tema es Maradona y cómo hacer para posicionar las notas.
Benito escucha desde el asiento de atrás y detecta las keywords. “¿Maradona está muerto? Entonces ahora está en su tumba…”
Sigo en Twitter a la cuenta de la fiscalía de Quintana Roo. Es un hecho absurdo pero que tiene una explicación: en 2017 mataron a una chica argentina en Playa del Carmen y durante algunos días me ocupé del caso.
Cada vez que veo tuits de esa cuenta me acuerdo de esa chica, por supuesto que no dan noticias porque ya nadie la recuerda, no hay detenidos ni condenados. No me quiero hacer el superhéroe (creo que está bastante claro), pero algo me impide dejar de seguir a esa cuenta.
Dejo la pregunta acá. ¿Quién mató a Vanesa González?, una keyword que podría buscar alguien. Escribo la pregunta como una botella al mar o simplemente para acompañar a la mamá de Vanesa, la única que seguro no la olvidó.
Como un aire de la semana, algo del feriado del lunes y del fallido comienzo en el martes me envuelve en una sensación de angustia incomparable. Todo ronda por lo mismo: la paternidad, el abandono, el crecimiento, la sensación de estar perdiendo el tiempo.
Podría ser angustia o nostalgia, algo así que se intenta resolver en una sesión demoledora en terapia, una de esas sesiones en las que decís “esta chica hoy se ganó el mango”. Me hacen ir al pasado, elijo ir al pasado, me hago ir al pasado, no sé cual de las tres opciones es la correcta, pero el camino para ir al pasado está en los sueños y también está en las preguntas y el lenguaje de Benito.
Creo que me angustia estar entrando en una nueva etapa de la paternidad, una mucho más complicada de lo que creía.
La sesión de terapia es una batalla contra Bjorn Borg en el 77, salgo derrotado y desorientado pero también vacío y conforme: perdí la batalla pero dejé todo. No entiendo bien qué hacer en la ciudad, si tomarme un café por ahí o volver lo más pronto posible a casa. Algo del anonimato me ayuda a permanecer en esa duda.
Elijo distraerme con el disco nuevo de Fito y el cuarto tema es demoledor. Sin embargo la escucha me reconforta.
Lo que me preocupa sigue estando igual que antes.
Dejamos acá.
Nos vemos la semana que viene, ya en diciembre. Gracias por los aportes de cada semana, comentarios, cafecitos y recomendaciones.