Hola,
Estoy pensando en escribir con menos frecuencia, quizás sábado de por medio. Algo así pasó en las últimas ediciones, el sábado 8 no publiqué nada y el sábado 15 retorné. Es decir que ahora tocaría no publicar. Esto es un aviso o bien un intento para revertir esto que estoy anunciando.
No lo sé, pero la idea de escribir sobre no escribir me está agotando (y está agotada).
El newsletter cumplió 4 años (la primera edición fue el 6 de octubre de 2018) y la fecha pasó sin pena ni gloria (por mi culpa, desde ya).
Una premisa inicial: el Diario de la Procrastinación es un ejercicio de escritura.
El otro día estaba peloteando con el profesor de tenis y me puse a pensar en esto. El tema del diario de la procrastinación son las cuatro o cinco cosas que se mantuvieron estables durante este tiempo: el propio profesor de tenis, la psicóloga, la paternidad (primero de uno, después de dos), la escritura, las lecturas. El monólogo interno.
También una idea que sobrevuela (con mayor o menos intensidad depende de la época) todas las cosas que hago. El esfuerzo, las medallas, el reconocimiento, lo que podría ser y no es. Lo que es.
El Diario de las cosas estables. La procrastinación.
El transporte es otro tema habitual. Los colectivos que me tomo, los que dejo de tomar, las combinaciones de subte, la ciudad de Buenos Aires.
Hoy, por ejemplo, caminé por una de las zonas de la ciudad que más me gustan y que hace mucho no frecuentaba. Me bajé del 59 en Las Heras y República Árabe Siria y tuve un café en un bar de la zona. Después seguí por República Árabe Siria hasta Libertador, pasé por el boulevard Cerviño y fui hasta Libertador, para volver en el 67.
En el camino me senté en una heladería y de la nada apareció Jacobo Winograd, se bajó de una camioneta y caminó muy lento hasta una cafetería. Eran las 6 de la tarde pero estaba desayunando.
El pelo teñido y su renguera me dieron una especie de tristeza, el patetismo de la rutina que tuvo que impostar para devolver el saludo a un par de caminantes que lo molestaron.
Jacobo bajó de una camioneta linda pero China. Eso también me apabulló un poco.
El newsletter de Cecilia Absatz tiene una sección que me gusta mucho y que se llama “odio todo”.
Yo pensé en un concepto copiado de ahí y también copiado del concepto “Me acuerdo” de los libros de Martín Kohan (y Joe Brainard y Georges Perec).
En una fiesta escuché la canción “No me arrepiento de este amor” y pensé en “Me arrepiento”, como un disparador de ideas.
Si uno escribe “Me arrepiento…” qué aparece después.
Pruebo.
Me arrepiento de no haberle dicho a Lorena Vecino que me gustaba ese día en que pasó por mi casa y miró por la ventana sabiendo que yo iba a estar adentro, haciendo los deberes, y a la vez yo miré para afuera sabiendo que iba a pasar Lorena Vecino, o al menos eso me parecía a mí, porque capaz que ella miró para adentro para chequear si esa era mi casa, o si esa era la ventana de mi cuarto, o porque sintió que alguien la miraba desde adentro, o porque giró su cuello por girarlo nomás, porque la sorprendió la luz del velador prendida aunque eran las dos de la tarde, pero había que prender la luz para hacer los deberes porque sino te ibas a quedar ciego, y no me quedé ciego pero me arrepiento de no haber salido a buscarla porque me animé, no hubiera sabido qué decirle, o aunque sea salir pero no decirle nada, pero a veces es así, no se activa el resorte que te empuja las patas y te hace hacer las cosas.
Dejamos acá.
Gracias por estar del otro lado, con mensajes, recomendaciones y cafecitos. También a los genios que están suscriptos (a cambio de nada, solo por sentir que su ayuda impulsa a que esto siga y crezca). Hay varias opciones: $400 por mes, $800 por mes, $1000 por mes, o sino pueden elegir ustedes el valor que quieran.
Nos vemos la semana que viene (o la otra). Que tengan un gran día.
Esta es la sección de siempre, cierro con una canción, solo que ahora le voy a poner un título.